Anamorfia es un proyecto de corto experimental que combina animación y danza contemporánea. El objetivo es conducir a estas disciplinas hacia nuevos espacios a partir de la técnica: es decir, que el proceso creativo surja de la exploración entre tecnología y narrativa, para buscar allí su identidad visual.

La tecnología actual utilizada para la pixilación –una variante del stop motion que consiste en animar personas reales foto por foto– permite una precisión aún no aplicada a las posibilidades de la danza. La historia de este corto se encuentra ligada estrechamente al recurso y explora temas como el ciclo de la existencia, la memoria y la herencia entre generaciones. De forma visual y sonora, acompaña la evolución de un ser, usando el pasado como contrapunto para replantear el futuro y la búsqueda del equilibrio constante. Las posibilidades expresivas del cuerpo humano se ven despojadas de su espectro habitual gracias al registro foto a foto, arrojando matices alternativos a nuestra percepción de sus movimientos.

El corto no busca conclusiones, mensajes o moralejas: el tema es amplio e inabarcable. La sola exposición de la temática desde el prisma de la propuesta busca ofrecer un enfoque original a nuestra perspectiva, de un modo lúdico y poético.