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La marea detrás de las Orillas: la construcción de recorridos por Mariana Barceló

Empecé a trabajar para Orillas Nuevas con la desafiante tarea de organizar un “evento de lanzamiento” para un proyecto que no conocía bien, pero que había visto en las redes sociales unos meses antes…

Me encontré con un equipo excepcional: profesional, eficiente y, sobre todo, humano (y divertido). Lucie, verdadera “madre” del Programa, con una entrega admirable, compartiendo con generosidad sus conocimientos, su experiencia y su capacidad de acompañar a cada proyecto en su singularidad. Lore, que con su serenidad, perspicacia y sentido del humor llevaba adelante la tarea de comunicar todo lo que estaba pasando, hacia adentro y hacia afuera. Flor, la arquitecta de la organización, precisa, incansable, maestra de las Google Sheets y de todas las herramientas organizacionales existentes. Martín se sumaba con una mirada amplia, accesible y equilibrada, ayudando a pensar mejor y a tomar decisiones más atinadas. En la parte de los números y contratos, Bere sostenía todo con una meticulosidad admirable y una sonrisa constante. Y Antoine seguía con profundidad y precisión cada uno de los proyectos audiovisuales, de animación, videojuegos e inmersivos, manteniendo un diálogo técnico y humano a la vez. Philippe se sumaba con observaciones singulares que abrían nuevas perspectivas. Estratégicamente nos apoyaban Frédéric, Daniela y Martín, cuya visión ayudó a orientar y fortalecer el rumbo del Programa.

Armar l’Atelier fue, literalmente, partir de una hoja en blanco y hacerlo en muy poco tiempo, pero fue una tarea apasionante. Hubo que poner imaginación, creatividad y conocimiento, también paciencia para darle tiempo al proceso: pensar, bajar ideas al papel, probar, tachar, volver a empezar y, finalmente, encontrar la forma adecuada para cada elemento. Mandamos una cantidad enorme de correos buscando a los invitados que considerábamos indicados para acompañar a cada proyecto. Recuerdo a Lucie entrando a la oficina festejando cuando llegaba una nueva confirmación, y cuando no era posible, reajustábamos el mapa y mandábamos un nuevo correo.

Fuimos construyendo el evento paso a paso: buscamos el espacio adecuado, lo diseñamos, armamos la agenda cuidando de evitar superposiciones, calculando cómo lograr que más de 100 personas se cruzaran con la persona justa en el momento indicado. Convocamos a invitados nacionales e internacionales, comunicamos cada instancia, respondimos consultas, acompañamos y afinamos detalles hasta el último minuto. Todo fue artesanal y a la vez metódico: pieza por pieza, decisión por decisión.

l’Atelier terminó siendo una experiencia sin precedentes: una semana intensa, profunda y viva que superó las expectativas de participantes, mentores, talleristas, invitados y del propio equipo.

¿Y cómo se sigue después?

Enero y febrero fueron meses de reuniones, definiciones y de empezar a darle forma al Orillas Nuevas de 2025. ¿Qué queríamos construir? ¿Qué necesitaba cada proyecto? ¿Qué podíamos ofrecer? Así nació el programa À la Carte: un acompañamiento pensado proyecto por proyecto, buscando mentores y especialistas que pudieran responder a necesidades reales. También nacieron los desayunos por disciplina, las charlas públicas y las mentorías presenciales aprovechando la llegada de profesionales franceses, y un plan de internacionalización que abrió puertas a residencias, festivales, mercados y ferias.

Pero todo eso, además de imaginarlo, había que hacerlo. Apoyada siempre por el equipo, ahí estaba yo, detrás de info@orillasnue…, armando una cantidad interminable de Excel, formularios de Google, llamados, WhatsApp y correos: contactando a cada persona, consiguiendo bios, imágenes, textos, buscando espacios, confeccionando cronogramas, coordinando (coordinando mucho) para que todo encontrara su lugar. En el medio, fui conociendo gente hermosa con proyectos maravillosos, y me fui encariñando cada vez más con el programa, con el equipo y con la constelación tan diversa de personas que lo habitan.

No puedo dejar afuera el trabajo de Rodri y Oriane, de la agencia de comunicación Glosa, que fueron el soporte visual de cada una de las etapas. Con ellos trabajamos codo a codo acompañando y potenciando cada paso del programa.

Para mí el 2025 fue un año intenso, desafiante y memorable. Orillas Nuevas es un programa extraordinario que generó un movimiento real: abrió oportunidades, conectó territorios, fortaleció proyectos y creó una comunidad que antes no existía. Orillas Nuevas me enseñó que apoyar proyectos culturales no se trata solo de ofrecer recursos, se trata de escuchar, acompañar y generar vínculos que expandan fronteras. Haber estado en el centro de ese engranaje (cuidando procesos, conectando personas, sosteniendo la producción) me enorgullece profundamente. Fue un privilegio formar parte de algo que, sin exagerar, transformó trayectorias, amplió horizontes y dejó una huella que seguirá creciendo más allá de este año.

Por Mariana Barceló.