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Una producción estética situada por Alejandra Varela

Como si se tratara de un ensayo sobre nuestro tiempo, la estructura que guía el desarrollo de l’atelier de Orillas Nuevas, tiene una gran capacidad reflexiva.

Los dos plenarios de apertura del lunes expusieron una serie de problemas que atraviesan a las producciones estéticas actuales y que, a su vez, se articulan con conflictos sociales. Por un lado la preocupación sobre los modos de relacionarse con las audiencias que, en el marco de los proyectos seleccionados, se manifiesta en la ejecución de alternativas enmarcadas en los modos de producción, en formas organizativas grupales que, a veces, se incorporan también al armado estético. En la producción artística nacional, la creatividad surge de la capacidad de generar estrategias frente a las obstrucciones y es desde esta particularidad social que deben leerse los métodos de trabajo. 

Por otro lado, una preocupación sobre el entorno (el desastre climático, las desigualdades sociales) que se expresan en el fuerte  nivel de inserción de los artistas en su contexto.

Si en nuestro país la cultura participa de la contienda política, si se escuchan discursos que hablan de su carácter prescindible, los artistas responden con una mirada atenta sobre su época que piensa los dispositivos estéticos, en gran medida, como intervenciones sociales donde la  cualidad estética y la voluntad de analizar críticamente una época no tienen límites precisos ni buscados. Los artistas son sujetos implicados en este tiempo y parecen querer experimentar sobre los recursos que habitan en las prácticas sociales.

Orillas Nuevas toma los procedimientos de las industrias culturales y los resignifica. Las lógicas de mercado, las exposiciones donde los artistas venden su trabajo no son desestimadas, lo que sucede es que estos dispositivos se capitalizan para asignarles otros contenidos. Estos desplazamientos marcan una tendencia donde el arte se entiende como una sucesión de acciones, como una matriz que busca dialogar con lo que sucede y no solo transmitir sus obsesiones, como una forma de leer lo social y pensar estéticamente a partir de ensayar métodos que propicien una relación sensible para potenciar la idea de comunidad.